- Nivel 1: Se escuchan cosas
- Nivel 2: Se escuchan y se ven cosas
- Nivel 3: Se escuchan, se ven y se sienten (con marcas) cosas
En
el S. XVII, Edimburgo era una de las ciudades más densamente pobladas
de Europa. La población había crecido de manera continuada desde la Edad
Media y, encerrada entre los muros que rodeaban la ciudad antigua, no
encontraba terrenos libres sobre los que construir. Para
contrarrestar la carencia de viviendas los edificios crecieron de manera
vertical, una planta sobre otra, en construcciones precarias y poco
seguras, llegándose incluso a levantar diez alturas en edificios ideados
para soportas tan sólo dos. La altura de las casas sumía a las
estrechas callejuelas que discurrían entre ellas en una oscuridad
permanente.

Uno
de los lugares más castigados por la plaga de ese año fue Mary King’s
Close y las calles aledañas. Par evitar la expansión de la enfermedad
las autoridades adoptaron una decisión fatal, horrenda: encerrar al
vecindario de la zona entre altos muros que impedían la huida de los
enfermos, condenando así a toda la población del barrio a una muerte
terrible e inexorable.
Al
cabo de unos meses, cuando se derribaron los muros, el Ayuntamiento
ordenó la recogida de los restos putrefactos de los cadáveres y la
limpieza de la zona. Las casas se pusieron de nuevo a disposición de
aquellos que quisieran habitarlas..
No
tardó en extenderse por Edimburgo el rumor de que extraños sucesos y
apariciones se sucedían en Mary King’s Close. Especialmente
significativos son loass testimonios del abogado Thomas Coltheart y de
su esposa, que hacia 1685 aseguraban que recibían frecuentes visitas de
animales fantamagóricos, brutalmente deformados; y que varias veces
habían visto la cabeza, sin cuerpo, de un anciano con barba gris y mirada
pavorosa, flotando en distintas estancias de la casa.
En
1750 se demolieron las plantas superiores de los edificios de Mary
King’s Close y alrededores, y sobre los restos de los pisos inferiores
se construyeron diversos edificios municipales. De esta forma, las
nuevas construcciones enterraban y al mismo tiempo guardaban para la
posteridad, escondidas en su subsuelo, estas callejuelas que habían
conocido de manera tan intensa el dolor y el espanto.
En
las últimas décadas estas calles, ahora subterráneas, se han convertido
en una atracción visitable en rutas guiadas. Y, para los interesados,
hay que decir que las apariciones y los sucesos extraños continuan
registrándose en el lugar.

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